Hace más de 50 años nacía una institución educativa en la profunda quietud de esta provincia milenaria. Un grupo de maestros con profunda vocación y generosa solidaridad con el pueblo, maestros verdaderos que crecían día tras día sin mutilarse para descubrir las ajenas voces interiores de sus alumnos, fundaban la Escuela Normal Nocturna “Lic. Manuel Larraínzar”, que cambiaría ya para siempre, el rumbo de la educación en Chiapas.
Frente al camino luminoso que esta noble institución debe recorrer todavía en el tiempo y en el espacio; ante una misión que requiere del apostolado de sus maestros y del impulso vigoroso de la juventud estudiantil, hemos llegado hasta hoy. Desde ayer y hasta siempre, la contribución de esta Escuela, ha sido generosa y fecunda para el desarrollo integral del normalismo en nuestro Estado.
La jornada ha sido dura, cada día los retos han sido mayores. En sus aulas se conoce y se transforma al mundo, se fortalecen ideales y el pensamiento de los jóvenes define en gran parte su vocación creadora, que no es más que la de educar a cientos, a miles de niños y jóvenes ansiosos de justicia y educación, que en un futuro próximo habrán de asumir sus responsabilidades para la resolución de la problemática nacional.
Y pensar que todo surgió como una auténtica aventura de corazón y pensamiento. Un día en la historia, gracias a la actitud visionaria del Dr. José Fernando Correa Suárez y el optimismo e inquietud del inolvidable maestro Mario Castellanos Molina, abrió sus puertas esta institución educativa para brindar una opción más a los jóvenes que querían cursar una carrera profesional.
Era un tiempo de conductas resueltas, de valor intacto, de nobleza, de corazón y de pensamiento. Había que dejar en el camino muchos ideales, muchas ilusiones y dar en la cátedra hasta la última gota de conocimiento. Al pie de la cátedra había que entregar la moneda pura del alma a los cientos de jóvenes. Se reclutó a una legión de maestros que, en un gesto de profunda solidaridad humana y profesional, estuvieron dispuestos a trabajar largas jornadas sin recibir nada a cambio, en lo económico, más que la profunda y permanente gratitud de los jóvenes estudiantes.
Siete años duró la aventura, siete años de trabajo de seis días por semana. Para todos no había cansancio sino entrega para que la escuela fuera reducto de sabiduría, de inteligencia, de justicia, de amor al pueblo. No se peleaban los lugares por el sueldo percibido. Simplemente NO HABÍAN SUELDOS, LOS MAESTROS TRABAJABAN AD – HONOREM. Y todos, todos jamás faltaban a sus clases. Era el comienzo de una nueva era, de entrega de competencia leal y de amor, de profundo amor por las causas justas, las causas del pueblo, que ansiaba metas de progreso.
Ha transcurrido más de medio siglo y de esta institución han egresado cientos de profesionistas de la pedagogía, que dispersados por la danza del viento de la vida y el tiempo han llevado sus palabras y su orgullo de normalistas de la Normal Nocturna “LIC. MANUEL LARRAÍNZAR” como se le conoció en sus primeros años, cuánto han fructificado desde el día inmortal de su apertura. Hoy brilla con luz propia en el firmamento cultural de Chiapas y de México. Su grandeza y orgullo viven en las manos, en el corazón y el pensamiento de todos sus ex-alumnos. Se vale soñar y aquel sueño que se hiciera realidad hace 50 años, camina en la senda del tiempo. Su nombre se pronuncia con cariño, con nostalgia. Son los días y los recuerdos que se van hasta el alma. Larga vida a nuestra Escuela Normal de Licenciatura en Educación Primaria “Lic. Manuel Larraínzar”.